El ataque de ansiedad, también conocido como crisis de ansiedad o ataque de pánico, es un episodio que se produce de manera repentina, aislada y de manera temporal como consecuencia de un miedo, temor o malestar de gran intensidad. Los ataques de ansiedad pueden tener una duración que puede variar de pocos minutos hasta horas. Es diferente a la Ansiedad Generalizada y debemos de tratarlas segun el caso en particular

Por norma general, estos ataques suelen alcanzar su máxima intensidad en aproximadamente unos 10 minutos, aunque ello no significa que no se puedan alargar más tiempo. Aquellas personas que suelen sufrir ataques de ansiedad suelen experimentar un miedo o temor irracional y sin que exista un motivo o razón real para ello.

Es muy habitual que durante un ataque de ansiedad suelan aparecer una serie de síntomas que suelen afectar a la persona de manera intensa como temblores, problemas para respirar, taquicardias, mareos o hiperventilación pulmonar. Los ataques de pánico no avisan, es decir, que se pueden presentan en el momento más inesperado, en cualquier lugar y en cualquier momento.

El hecho de no sentirse capaces de escapar físicamente de la situación que les genera un miedo extremo aumenta de manera importante los síntomas de pánico.

Quienes experimentan un ataque de pánico sufren una experiencia que les resulta horrible, incómoda e intensa, lo cual da lugar a que la persona termine restringiendo su conducta y adopte conductas limitativas para intentar que los ataques de ansiedad no vuelvan a repetirse nuevamente.

Las personas que sufren repentinamente un ataque de ansiedad suelen presentar al menos 4 de los siguientes síntomas mencionados a continuación:

Dolor, opresión o molestias en el tórax

Mareo o sensación de ir a desmayarse

Miedo a una muerte inminente

Miedo a perder el control

Sensación de falta de aire, ahogo o asfixia

Sentimientos de irrealidad o desrealización

Sentimientos de separación

También pueden presentarse otros muchos síntomas asociados a los ataques de pánico como:

Escalofríos

Náuseas o molestias en el abdomen

Sensación de atragantarse

Sofocos

Sudoración

Palpitaciones y alta frecuencia cardíaca

Parestesias (hormigueo o adormecimiento en manos, pies, etc.)

Temblores o sacudidas

A pesar de lo que algunas personas puedan pensar, el mayor miedo que sufren las personas que padecen un ataque de ansiedad o de pánico no es morir. El mayor miedo que tienen las personas que sufren un ataque de ansiedad es que vuelva a producirse nuevamente un nuevo ataque. Es decir, estas personas tiene temor al temor, miedo al miedo.

El pavor que sienten estas personas a que se vuelva a repetir la crisis genera que sientan una ansiedad creciente que puede llevar a desencadenar un nuevo ataque de ansiedad. El problema es que, como no se encuentra ningún motivo o causa responsable que genere dicho ataque de ansiedad, ello da lugar a que la persona crea que el ataque está asociado directamente al lugar en el que se produjo.

Esto implica que sean muchas las personas que evitan determinados lugares o situaciones para conseguir sentirse mucho más seguros. Obviamente, la razón que genera los ataques de pánico no se soluciona debido a que no tiene relación alguna con el lugar o situación en el que se ha producido, lo que termina agravando la situación. Se debe tratar la ansiedad y como hacerlo

Y es que, los ataques de ansiedad siguen produciéndose y, por tanto, la inseguridad aumenta y la calidad de vida de la persona se ve afectada negativamente, impidiendo que puedan llevar una vida normal. A todo ello hay que indicar que estas personas suelen tener miedo a desarrollar agorafobia, es decir, miedo a estar en determinados espacios o situaciones.