La conducta agresiva de un niño es una conducta aprendida, por lo tanto la misma se puede modificar. En este sentido, resulta esencial la intervención de los padres del menor, así como de psicólogos profesionales. Como resulta obvio, en ningún caso se recomienda el castigo físico, ya que los efectos pueden ser muy negativos y perjudiciales.
Los menores imitan aquello que ven, de modo que ello solo genera mayor ansiedad y frustración en el menor. Si se busca poder cambiar la conducta agresiva de un niño resulta esencial ser perseverantes y pacientes, ya que trabajando conjuntamente con un psicólogo se podrá terminar solucionando el problema.
Es importante que el menor se mantenga alejado en todo momento alejado de aquellos modelos que resulten agresivos y que es clave el razonamiento y el diálogo para solucionar los problemas, nunca la agresividad. Se ha de servir de ejemplo a los menores, los cuales deben ver en los adultos un punto de referencia, un ejemplo a seguir.
Debemos mantener alejados a los menores de modelos que resulten agresivos para que no aprendan los comportamientos.
Normalmente, los niños que presentan trastornos de agresividad presentan comportamientos que se pueden detectar muy fácilmente como, por ejemplo, rabietas, agresiones físicas (sobre los padres, hermanos, compañeros de escuela, etc.), discusiones excesivas, robos, desafiar a los adultos, así como resistencia a la autoridad.
Si bien es cierto que es muy habitual que los niños entre 2 y 3 años de edad tengan una conducta agresiva con motivo de que aún no disponen de las herramientas necesarias para poder expresar su enfado, ira o frustración, dicha agresividad debe ir desapareciendo de forma gradual. En caso contrario, la agresividad se convertirá en una herramienta a la que recurrirán para solucionar cualquier problema.
Tratamiento psicológico para niños agresivos
El tipo de tratamiento psicológico para niños agresivos que se llevará a cabo con el menor dependerá en gran medida de los resultados que se obtengan en la evaluación que se le realice al menor. El psicólogo que atienda al menor en primer lugar se encargará de identificar, mediante observaciones, charlas y entrevistas, cuáles son los motivos que generan la frustración y genera la agresión del niño.
Existen distintos métodos para corregir estos comportamientos en los menores.
Es decir, el psicólogo tendrá que averiguar cuál es la causa o motivo que genera dicha agresividad para encontrar la mejor solución. Es clave, a través de la terapia cognitiva conductual, fortalecer comportamientos positivos para que el niño sea capaz a resolver los problemas de manera diferente.
Asimismo, las técnicas de relajación suelen ofrecer unos buenos resultados para que los menores sean capaces de aprender a controlar sus emociones y evitar el abandono, así como trabajar conjuntamente con los niños y los padres para terminar con la agresividad y violencia.
Es muy importante que en el tratamiento psicológico para niños agresivos, los menores se encuentren en un entorno familiar que sea calmado, comprensible y paciente. Los padres han de saber manejar la situación, evitando que el menor sufra crisis emocionales.
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