- La ira es el camino de la infelicidad.
- Debemos tomar la decisión todos los días de creer que la crueldad es un veneno que no queremos beber ni transmitir a nadie más.
- La mayoría de nosotros no somos crueles, simplemente estamos condicionados a ser crueles cuando estamos enojados.
Ahora más que nunca es más fácil emitir crueldad e ira a través de Internet. Muchas personas olvidan que cuando escriben mensajes maliciosos, hay una persona real en el extremo receptor que tiene sentimientos. La persona que recibe esos mensajes puede transmitir su propio enojo a los demás, perpetuando un ciclo cruel, o puede optar por dejar que su amabilidad eclipse su enojo. Personalmente, creo que si todos permitiéramos que nuestra propia bondad ganara todos los días, seríamos más felices y el mundo sería más brillante.
Hoy, quiero explorar cómo nosotros mismos podemos desarrollar la fuerza de la bondad.
Primero, exploremos el concepto de ira. Creo que la ira tiene dos componentes:
- Lo que sentimos
- Que hacemos con nuestros sentimientos
Todos sentimos enojo, pero hay una diferencia clave entre quienes sienten su enojo y transmiten ese sentimiento y quienes lo procesan de manera saludable.
La ira no es el mejor camino para lidiar con nuestras emociones. Si una parte de nosotros cree que nuestro enojo está justificado, terminamos dándonos permiso para expresar nuestro enojo. Cuanto más le damos a nuestra mente permiso para enojarse con los demás, más terminaremos atacando a los demás.
Las personas que superan esto deben volver a entrenar sus mentes para creer que la ira es el camino de la infelicidad. Esto no significa que ya no puedas sentir ese enojo, pero es importante encontrar una forma diferente de expresarlo.
¿Cómo elegimos la bondad en momentos en los que nos sentimos enojados?
La clave aquí es que debemos tomar la decisión todos los días de creer que la crueldad es un veneno que no queremos beber ni transmitir a nadie más. Esto no significa que debamos permitir que la gente nos pase por encima, pero es importante que encontremos formas de defendernos de una manera amable y respetable. Cuando las personas hacen esto, lo que encuentran es mucha más felicidad en sus corazones porque han aprendido cómo dejar ir rápidamente su ira.
Evita que nuestra bondad anule nuestra ira
Cuando nos equivocamos y no somos amables con nuestras palabras y acciones, es importante practicar la amabilidad hacia nosotros mismos. Estar enojado con nosotros mismos perpetúa el ciclo de practicar la crueldad. Muchas veces, las personas no son amables porque así es como han sido condicionadas para comunicarse y expresar sus emociones. La mayoría de nosotros no somos crueles, simplemente estamos condicionados a ser crueles cuando estamos enojados. Cuando practicamos la amabilidad con nosotros mismos, nos estamos reacondicionando para ser amables en todas las situaciones.
No sabemos qué emociones surgen de nosotros, pero lo que podemos hacer es detenernos y observar nuestras emociones. Cuando nos volvemos buenos en esta práctica, puede sonar como este diálogo interno, “esta persona me ha molestado mucho y quiero decirle lo que pienso. Pero, juré dejar que mi amabilidad brille siempre, así que, ¿qué puedo hacer? »
A veces, todo lo que tenemos que hacer es inhalar y exhalar profundamente, o alejarnos físicamente de la situación para mantener la calma. A veces, cuando tomamos un respiro o nos alejamos, ganamos el espacio que necesitamos para calmarnos y dejar que la ira se disipe. Como resultado, nos salvamos de causar daño o lastimar a la otra persona.
A veces nos encontramos en situaciones en las que no podemos irnos. Cuando estamos en esos momentos, es importante estar en silencio contigo mismo y concentrarte en tu propia respiración, tratando de calmar tu corazón.
Si tiene la opción, dar una caminata larga puede ayudarlo a sentirse mejor. Lo que puede encontrar al otro lado de ese silencio o caminar es un corazón más ligero.
Recuerdo que una vez, hace años, una persona me dijo algo muy desagradable. Ese día iba a hacer un viaje de mochilero en solitario y me permití sentir mis sentimientos, superar ese enojo y luego liberarlo. Es posible tomar un momento caliente lleno de ira y enfriarlo. Solo tenemos que hacer algo para que esto suceda.
En tercer lugar, podemos ver la ira de una manera diferente para obtener una perspectiva alternativa. Para romper el ciclo de la ira, nosotros mismos tenemos que liberar nuestras emociones de una manera más saludable. Aún mejor, podemos entrenarnos para culpar al condicionamiento de la persona por sus acciones o palabras, no a la persona misma.
Para que la bondad sea una respuesta automática, debemos practicarla a lo largo del día. Con el tiempo, incluso podríamos aprender a decir algo amable.
Es normal sentirse enojado a veces. La emoción no es el problema, es cómo respondemos a esa emoción lo que puede generar problemas. Tenemos la capacidad de enriquecer nuestras propias vidas a través de estos pequeños cambios y, quizás, eventualmente, cambiar el mundo.